Doce grandes secretos de la vida que han sido olvidados por la humanidad.
A nivel personal, el estado básico de conciencia de nuestro ego es lo que nos mantiene en un estado de olvido que interrumpe nuestra conexión con todo el ser, la red interconectada de la vida y la conciencia cósmica.
A nivel colectivo, el olvido se perpetúa y se intensifica por medios sociales y culturales, y se sumerge en gran medida en una realidad de consumismo inconsciente, estilos de vida irreales y mentalidad materialista.
Tratamos de mantener nuestras vidas fuera del círculo de la naturaleza, olvidamos cómo escuchar y comprender los ritmos de la naturaleza y los ciclos de la tierra, de los cuales podemos tomar señales y mensajes de la naturaleza. Nos olvidamos de seguir los pasos de la naturaleza y vivir una vida en equilibrio con la naturaleza.
2. Olvidamos nuestra conexión con la vida y el universo.
Algunas tribus “menos civilizadas”, y aquellas que todavía siguen las tradiciones de sus ancestros, son capaces de mantener esta conexión con respeto y admiración.
Por el contrario, las que creemos ser “civilizadas” olvidamos cómo toda la conciencia está interconectada y entretejida en una danza delicada y hermosa.
Olvidamos la sabiduría de nuestros antepasados. En la búsqueda del crecimiento del conocimiento científico a través de la mente racional, olvidamos que la sabiduría se obtiene abriendo el corazón. Olvidamos las historias antiguas y la sabiduría popular de los profetas y sabios que vivieron en armonía con el universo.
4. Olvidamos nuestros caminos y sueños.
Más importante aún, olvidamos cómo ser conscientes en sueños como ese y vemos que, como soñadores, nuestra verdadera esencia es el co-creador de la vida. Olvidamos que tenemos la capacidad de tejer nuestros sueños y usar el poder de nuestra mente para realizar esos sueños.
5. Olvidamos nuestro propósito.
Estamos atrapados en una realidad enmarcada por el yo y la conciencia colectiva. No podemos ver quiénes somos realmente, el fuego oculto dentro de nosotros que nos impulsa hacia la felicidad y la autorrealización. Olvidamos que estamos aquí para practicar la experiencia del alma de la vida en forma física y para lograr juntos la armonía con el universo.
6. Olvidamos que todo viene del amor.
Olvidamos que todo es en última instancia energía y conciencia, y que el amor es un elemento esencial de la existencia que atraviesa toda energía y conciencia.
7. Nos olvidamos de perdonar.
El significado más profundo que existe en el perdón es recordarnos que estamos conectados con todos y con todo, para que no haya víctimas ni perpetradores. Simplemente porque todos estamos en esta red dinámica que llamamos vida, influyéndonos unos a otros y co-creando cada uno de nuestros próximos pasos.
8. Olvidamos que somos libres.
En la vida “real” en la que nacemos y nos criamos, la libertad es solo un concepto. Estamos atados por el miedo, los conceptos erróneos, las falsas ideologías, las recompensas materiales y sucumbimos a las leyes y reglas establecidas para el beneficio de unos pocos. Nos vemos obligados a olvidar que nuestra libertad es ilimitada. Tenemos la libertad de ser una persona sin miedo ni pecado.
9. Olvidamos nuestra verdadera fuerza.
Estamos en un estado sonámbulo, inconscientes y robóticos, viviendo nuestras vidas siguiendo esos patrones preestablecidos.
10. Nos olvidamos de aprender de la historia.
No podemos culpar a las personas por los errores del pasado individualmente, pero tenemos la responsabilidad de recordar los errores del pasado y transmitirlos al nivel psicológico colectivo.
Nos olvidamos de ser simples y de lo que realmente significa el minimalismo. La vida es realmente simple. Y vivir simplemente significa dejar ir las cosas y pensamientos intrascendentes que empañan nuestro propósito y otras verdades que olvidamos.
12. Nos olvidamos de la confianza, la creencia y la curiosidad.
Vemos el mundo con escepticismo y cinismo, tanto que ya no confiamos en nosotros mismos ni en los poderes mágicos del universo. La mayor tragedia de todas es que olvidamos cómo creer y hace que nuestros corazones parezcan débiles y nuestras almas ya no se sientan ricas.